En noviembre de 2012 tuve la posibilidad de poder hacer mi primer viaje por trabajo, después de sólo algunos meses en la institución, y no pudo haber sido un mejor viaje o un mejor destino para empezar: Guadalajara, México.
¡Qué lugar más hermoso! ¡Su cultura, gastronomía, paisajes, arquitectura, gente, todo! Es México en todo su esplendor. El carrito de comida en la calle, los "chapulines", los tacos, las papas fritas con chile, todo lo que siempre sospeché y más.
Su gente, esa simpática y buena para la fiesta que siempre vi en las teleseries de la tarde en Mega, cuando era Megavisión, con mi mamá y tomando once con pan con palta, en Curicó, ¡son de verdad! No conocí ningún Guadalajareño mala onda, todos muy acogedores, sobre todo con una chilena viajando por trabajo sola. No piensen mal. Nada mala pasó. Solo cariño.
Fuimos a Tlaquepaque, parece trabalengua y nunca he podido decirlo de corrido, pero es un lugar mágico. Su arquitectura... en cada rincón puedes descubrir una obra de arte, un lugar para fotografiar y atesorar. Se pueden comprar recuerdos realmente hermosos, los que hasta hoy conservo en mi "mueble de los viajes" que ocupa un lugar privilegiado en mi hogar.
Recuerdo que tomamos muchas fotos, comimos delicioso, y mi momento de máximo placer fue cuando me encontré con un grupo de mujeres "charros", tocando esa increíble música local que tanto me gusta. Soy cebolla declarada, asumida y orgullosa.
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